La revista The New Atlantis, publicó un estudio sobre “sexualidad y género” en el que desmonta algunas de las teorías del lobby LGTB respecto a transexualidad, homosexualidad y la dicotomía género-sexo. Concluye de que no hay evidencia científica que respalde que la identidad de género sea independiente del sexo.
Es decir, aquello tan repetido de “soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer” o viceversa. De este modo, ser homosexual o transexual no sería algo “innato”.
Los niños son además una parte importante del estudio. El informe sostiene que sólo una minoría de los menores que muestran pensamientos o comportamientos atípicos sobre su género continúan haciéndolo durante la adolescencia y la edad adulta. Por eso los científicos creen que no hay motivo para que todos estos niños deban ser animados a convertirse en transexuales y mucho menos a ser sometidos a un tratamiento hormonal e incluso a la cirugía.
Para Lawrence Maier y Paul McHugh nadie puede determinar la identidad de género de un niño. “Tenemos dudas acerca de que un niño tenga desarrollado el sentido de su género. Nos alarman profundamente estas terapias, tratamientos y cirugías (LGTB) porque pueden ser prematuras, ya que la mayoría de los niños que se identifican con el género opuesto a su sexo biológico no continuará haciéndolo ni durante su adolescencia ni en edad adulta. Hay una falta de estudios fiables sobre los efectos a largo plazo de estas intervenciones. Instamos enérgicamente a la precaución en este sentido”.
Uno de los puntos más polémicos del estudio es el que se refiere a los problemas de ansiedad, depresión y suicidio que sufren homosexuales y transexuales en un porcentaje mayor al de los heterosexuales. Y no sólo eso, sino que además son más frecuentes en ellos problemas sociales y de comportamiento tales como la violencia de pareja.

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