El ministro
de Dios Víctor Laguna Giraldo, partió a la presencia de Dios. El hecho ocurrió
el martes 27 de setiembre, a la una de la madrugada. Nos dejó a los 75 años de
edad y con 53 años en el ministerio. Él fue un líder de trascendencia en Las
Asambleas de Dios del Perú.
Dentro del
trabajo de Las Asambleas de Dios del Perú, se graduó del IBAD en el año 1968,
desde esa época asumió cargos en la juventud con Embajadores de Cristo,
misionero transcultural, Superintendente del Distrito Norte, Presbítero del
Callejón de Huaylas, primer Superintenddente de la Región Eclesiástica de
Ancash, tesorero nacional, maestro de institutos bíblicos en Chimbote, Huaraz y
Lima, maestro y director Instituto Bíblico Asambleas de Dios (IBAD),
posteriormente también director del Instituto Bíblico Superior Asambleas de
Dios (IBISAD). Terminó su carrera siendo Pastor de la “Primera Iglesia
Pentecostal” -la más antigua de Las Asambleas de Dios del Perú- en Caraz y
siendo Vicesuperintendente en ejercicio de la Sub Región Callejón de Huaylas de
LADP.
Es importante
citar que fue el primer misionero quechua reconocido en América Latina en LADP,
coordinador de eventos importantes a nivel internacional, como el Congreso de
Amsterdam con el Ministerio de Billy Graham, Coordinador de COMIBAM.
Desarrolló el
pastorado en la iglesia Galilea en Lima, Pastor en Yungay. Durante su
ministerio fundó varias iglesias. Con su esposa la Pra. Victoria Sánchez y sus
cuatro hijas Miriam, Eunice, Judith y Berenice, son una familia ejemplar y de
buen testimonio. Escribió artículos para revistas internacionales, y fue
expositor en congresos internacionales, apoyó en la traducción del Nuevo
Testamento al quechua.
Su testimonio
fue publicado en el libro "Latinoamérica y las misiones mundiales" -
COMIBAM, 1987. Voy a reproducir un extracto de su testimonio (pag 43).
"Surgieron
nuevas inquietudes e ingresé a la marina peruana y luego del entrenamiento, los
mas destacados de mi promoción fuimos asignados a diferentes dependencias. Yo
fui asignado para la base naval de San Diego, Estados Unidos. Estando en los
Estados Unidos oí el Evangelio por primera vez. Un marino norteamericano vino a
bordo obsequiándome porciones del Evangelio de San Juan en español. A pesar de
que él no hablaba bien el español, ni yo el inglés, pudimos conversar por unos
momentos, compartiéndome las maravillas del Señor. Sus palabras me impactaron y
yo dispuse leer aquel libro que había llegado a mis manos. Cuando leí el
Evangelio de San Juan, experimenté una sensación extraña. Al leerlo lo guardé".
"Cuando
volví al Perú visité a unos parientes y lo primero que hice fue decirle a mi
prima que leyera aquel librito y que sentiría algo diferente. Ella me
respondió: ¿Te gustaría leer más de estas cosas? - Claro que sí, le respondí.
Sacó un Nuevo Testamento y me lo prestó. Inicié la lectura con mucho interés,
leyendo rápidamente. Al terminar se lo devolví y ella me hizo otra pregunta -
¿Quieres leer más? - Por su puesto que sí, contesté. Sacó una Biblia y me la
entregó."
"En
una noche de quietud, ya acostado, leyendo la Biblia sentí algo extraordinario.
Parecía que mi corazón se hinchaba; empecé a sentir dolor y vergüenza por todo
lo malo que había hecho. Era raro y muy extraño para mí, sin embargo no dejaba
de leer hasta que llegó el momento en que no pude contenerme. Dí un salto de la
cama y me arrodillé al pie de la cama y dije: Dios mío, yo no se que está
pasando en mí. Siento algo extraño. Si eres Tú el que produce esto, ¡ayúdame
Señor! Reconozco que he pecado contra ti en todo momento, pero quiero ser santo
como tú lo eres. Al finalizar estas palabras experimenté tremendo gozo y paz, y
un calor en todo mi cuerpo. Desde ese momento todo fue diferente. Me dediqué a
leer la Biblia y cantar, viviendo así por año y medio."
Renunció
a la marina y volvió a Caraz, su pueblo natal, en este lugar tuvo otra
experiencia: "En esa época Dios empezó a hacer grandes cosas en Caraz.
Estando allí, el Señor me bautizó con el Espíritu Santo. Fue una noche mientras
oraba hincado frente a mi cama. No sabía lo que era, primero sentí un gran
calor por todo mi cuerpo y luego un gozo inefable. Me asusté, creí que mi cama
se quemaba. Abrí mis ojos y al constatar que el fuego era interior permanecí en
oración. De pronto empecé a tartamudear, no hablaba quechua ni español, hablaba
otro idioma desconocido. Tal experiencia duró por más de dos horas. Después de
esto me destaqué como líder de la iglesia de Caraz y de Huallanca."

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